martes, 31 de agosto de 2010

Primer Viaje Interrail: Roma - Nápoles

Tercer día por Roma. Los dos primeros días en Italia, si habéis leído las entradas anteriores, vimos lo más importante, o "turístico" de Roma, aunque no todo. Haría falta una semana entera, al menos, para poder empaparte bien de la capital italiana, su vida, su calles, etc. No sólo conformarte con sus grandes monumentos y famosos lugares.

Ya solo nos quedaba alguna cosa que ver por la zona de Piazza Venezia, y pensamos coger un autobús desde el hotel para llegar hasta allí.
Después de más de media hora esperando un autobús en Termini, decidimos echarle valor y llegar andando, empeorando todavía más el estado de nuestro pies. Pero claro, si quieres ir a los sitios, los sitios no van a ir a ti. Así que nos pusimos en marcha.

Poquito a poquito fuimos avanzando por la larguísima Via Nazionale hasta poder llegar a nuestro destino.
En Piazza Venezia, un espectacular, a la vez que enorme, monumento, nos da la bienvenida. No es otro que el monumento a Victor Manuel II, un gigantesco edificio en mármol blanco, que ya desde su inauguración en 1925, no tiene muy buena aceptación para los romanos. Actualmente alberga una exposición, gratuita, de la historia militar italiana, y la tumba al soldado desconocido. La verdad que, en mi opinión, es un monumento algo exagerado, pero por su tamaño, es uno de esos símbolos que en toda panorámica romana brilla con luz propia.

También en Piazza Venecia pudimos contemplar la Columna Trajana junto al foro del mismo emperador. El detalle de la escultura que va rodeando la columna es sencillamente asombroso. Aunque contar una historia en una columna, en este caso las victorias del emperador Trajano, me parece tan curioso como incomodo de seguir.

Desde allí nos dirigimos hacia el Foro Romano, rodeando el inmaculado monumento de Victor Manuel II, para, disfrutando de una buena vista del antiguo Foro Romano, llegar a Piazza Campidoglio, proyectada por Miguel Ángel, donde se encuentran los museos Capitolinos. En ello se puede ver la famosa loba Capitolina, aunque nos conformamos con ver una copia que hay en la misma plaza.

Tras un breve espacio de tiempo protegidos del Sol de Roma, emprendimos la marcha bajando la larguísima escalinata para tomar el camino hacia el Teatro Romano, edifico antaño de carácter ocioso, y que ahora sirve de cimientos para viviendas. Un buen ejemplo de reciclaje arquitectónico a través de la historia.

Una vez allí, cruzamos el Tíber atravesando la isla Tiberina, que dicen que es la isla más pequeña habitada del mundo, y comenzamos un tranquilo paseo por la sombra que ofrecía la ribera del río. Y desde allí vuelta al hotel para emprende la marcha. Antes pasando por muchos otros lugares como el Area Sacra, multitud de iglesias, Campo de Fiori, etc.
Y con ganas de poco más debido al estado de nuestros pies, nos dirigimos vuelta al hotel para coger las maletas y tomar el tren a Nápoles, nuestro siguiente destino.

Despúes de dos horas intentando entender conversaciones en italiano y entablando otras en inglés, llegábamos a Nápoles. Ya sabéis, Nápoles, tierra de la camorra, ciudad peligrosa donde las haya, y si además, una amiga nuestra nos advirtió del peligro de la estación, no voy a negar que tenía un poco de intriga por lo que me iba a esperar en la estación, pero bueno... la verdad que tener el mínimo de atención al equipaje es suficiente.

Las ganas por llegar a un sitio de descanso eran muchas, así que sin perder un segundo, nos pusimos camino al Hostal de Juventud donde nos íbamos a albergar. 20 minutos esquivando gente que te ofrecía móviles, vendedores ambulantes, obras, tráfico caótico, pero también los típicos hombres italianos todo engominados y que visten todo te marca y clase. Un paseo curioso hasta llegar al Hostal.

Y bendito Hostal, fue llegar, recibirnos con una cálida bienvenida, y invitarnos a un mojito. Aquello fue... gloria. Había allí un ambiente juvenil fantástico, todo lleno de color, nacionalidades de todo tipo, gente muy abierta y atenta. La verdad que la primera impresión fue maravillosa. Os voy a dar el nombre, porque merece muchísimo la pena alojarse allí. Hostel of the Sun, en la calle Malipiero. Si vais después de leer ésto, me contáis que tal.

Una vez en la habitación, la cual era perfecta, solo nos dió tiempo a ducharnos y bajar a dar un paseo nocturno por Nápoles. Piazza dei Plebiscito, Castel Nuovo, Gallerias Umberto, el puerto, etc. Pero creo que eso.. os lo contaré en la siguiente entrada con más detalle.


Ahora... los consejos que os podría dar:
- En Roma pasar de los que van disfrazados de centurión, suelen ser italianos engreídos que intentan sacar lo máximo a los "guiris".

- Si veis algo raro en el transporte público, preguntad que ocurre, porque puede que os pase como a nosotros. HUELGA!!!! Esta bien ir prevenido a los lugares sabiendo lo que hay. Y no está de más cogeros un periódico de los que reparten en las paradas del metro para enteraros de lo que se cuece en la ciudad que visitáis.

- Si teneis Interrail y cogéis un tren Intercity, meteros todo lo rápido que podáis y sentaros en el primer sitio que veáis, los billetes no están numerados, y los trenes en Italia suelen ir llenos. Tened a vista el equipaje, nunca se sabe los que os puede pasar. Ah! y antes de subir rellenad el Interrail, que no se os olvide.

- Si no teneis Interrail, si compráis el billete, indispensable validarlo antes de subir al tren en unas maquinitas que hay por la estación. Son amarillas, a modo de buzón pequeño, y por donde metes el billete, para que automáticamente te marque la fecha en el mismo. Eso en todo Italia, si no lo validáis... multa!!! No es como en España.

Y hasta aquí el tercer día por Italia. Nos vemos en Nápoles ;)


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martes, 10 de agosto de 2010

Primera parada: ROMA (II)

Bueno bueno, voy a seguir con el diario de Interrail que comencé la semana pasada. Hoy nos toca el segundo día dedicado a Roma, la GRAN capital italiana. Después de visitar el primer día, lo que diría yo, la parte norte de la ciudad, el segundo día visitamos la parte sur, es decir, todo lo referido al Imperio Romano y su historia.
Después de un capuccino para desayunar, y un poco de energía en forma de cruasán para empezar el día, nos dirigimos hacia el Coliseo. Madrugón como mandan los cánones turísticos para la visita de este gran "estadio" romano.
Esta vez decidimos hacer caso a uno de los consejos que vimos por Internet, y no es otro que visitar primero el Foro Romano/Palatino y después de ésto, el Coliseo. Y todo por la sencilla razón de que la entrada al Coliseo y al Foro Romano/Palatino es la misma.

La raíz de la cuestión es que para comprar la entrada existen dos lugares, el propio Coliseo o el Foro Romano. Y claro está que la fila formada en el Foro Romano, es infinitamente menor que la que se forma en el Coliseo.


Por lo que primeramente fuimos a visitar el Foro, lugar público de la ciudad imperial, el cual estaba rodeado por templos dedicados a dioses, edificios públicos, diversas basílicas, etc. La verdad que queda poco en pie y bien conservado, pero con lo que se puede ver, uno puedo crear una imagen de la antigua y grandiosa Roma imperial. Y es que la inmensidad de los edificios y templos fue lo que más me impresionó.

Se pueden contemplar arcos del triunfo como los de Septimio Severo, o Tito; templos de sacerdotisas romanas como lo eran las Vestas; diversos templos dedicados a los dioses romanos, como Júpiter, que más tarde en el tiempo fueron usados para el culto cristiano; el lugar donde murió Julio César asesinado y que todavía se ponen flores en su memoria, y muchos lugares más.


Luego está el Palatino, uno de los lugares más antiguos de la ciudad, y donde se cuenta que se encontraba el Lupercal, el hogar de Luperca, la loba que amamantó a Rómulo y Remo. Allí los encontró el pastor Fausto y los crió. Una vez adultos, ambos hermanos tuvieron una discusión que acabo en la muerte de Remo, y Rómulo fundo una nueva ciudad, "Roma" en honor a su nombre. Otro dato a tener en cuenta es que etimológicamente, de Palatino, surgió la palabra palacio, ya que las familias más pudientes de Roma poseían sus viviendas sobre la colina.

Una vez visitado el Foro y el Palatino, después de toda la mañana dedicado a ello, nos dirigimos al Coliseo. Después de esquivar a cientos de guías que se te ofrecen, vendedores ambulantes, y la cola de la compra de entradas, accedimos al símbolo, en mi opinión, de la Roma antigua. Me llamó la atención que el Coliseo, en realidad, se llama Anfiteatro Flavio, pero popularmente se le llamo Coliseo por una estatua enorme que se encontraba en los aledaños del mismo.


Por dentro, impresiona, sobre todo si te imaginas el cómo fue gracias a las explicaciones de los guías. Me venían a la mente imágenes de como sería un día de festejos con las gradas a rebosar, alrededor de 50000 personas clamando por la muerte o la vida de los gladiadores y se me ponía la piel de gallina. Es difícil de imaginar cómo construyeron semejante monumento solamente para recrear batallas del imperio romano, y luchas a muerte entre hombres, o entre animales y hombres. No es lo mismo, pero se podría usar el símil del mundo del fútbol en la actualidad, para imaginarse la popularidad de la que gozaba este tipo de espectáculos.
A parte del monumento en sí, existe una parte del mismo dedicada a una exposición sobre los gladiadores. Ver las armaduras que llevaban es algo increíble. Obras de arte del metal, aunque de uso temporal, desgraciadamente para los que las portaban.

Ya fuera del Coliseo, y transcurrida buena parte de la jornada, nos acercamos a la iglesia de San Pietro in Vincoli, lugar donde pudimos admirar el Moisés de Miguel Ángel, que forma parte de un mausoleo papal, y que no pudo ser terminado debido a impagos de la época. El boceto inicial era una obra grandiosa comparada con la que queda en el interior de la iglesia.

Algo notable en el Moisés, son los cuernos que porta, y cuya razón no es otra que la mala traducción de una descripción de Moisés de San Jerónimo, la cual, confundió en hebreo rayos de luz, con cuernos.

También en la misma iglesia, se hace culto a lo que fueron las cadenas que mantuvieron preso a San Pedro, el fundador de la Iglesia cristiana.

Y de la iglesia de San Pietro in Vincoli, a otra, denominada como la catedral de Roma, basílica de San Giovanni in Laterano. No por ser más nueva, una Iglesia es más fea, y ésta es ejemplo de ello. De estilo barroco es inmensa y majestuosa por dentro, decorada toda ella con pinturas y esculturas, que a un servidor le dejaron un buen recuerdo. Recomendable de visitar.

Además, cerca de la basílica se puede visitar la Scala Santa, que no es otra cosa que un edificio con una larga escalera a la entrada, y al final de ésta, una imagen de Cristo al cual rinden culto los cristianos. Lo sorprendente es ver, una vez hallado en el edificio que alberga la escalera, cómo una multitud sube los escalones poco a poco de rodillas como símbolo de penitencia y oración, y es que se dice que los 28 escalones que la forman, son los escalones que subió Jesús al entrar al palacio de Poncio Pilatos antes de ser juzgado. La escalera está protegida con madera, y se dice que existen algunas partes de cristal, que dejan ver manchas de lo que fue sangre de Jesucristo.

Después de ésto, nos dirigimos al hotel para echar una siesta, ya que entre el calor y el dolor de pies, estábamos para el arrastre.

Próximo destino... un lugar al que mi compañera me quería llevar a modo de sorpresa. Subiendo por una de las colinas de Roma, pasando un parque y algún que otro palacio, llegamos a una puerta, que la verdad, no tiene nada de especial.

Pero si uno le echa un ojo a la cerradura, podrá contemplar una imagen preciosa que no es otra que la cúpula de San Pedro al fondo de un verde jardín. Un lugar muy curioso y que pertenece a los Caballeros de la Orden de Malta, los cuáles dan nombre a la Piazza donde se encuentra éste sorprendente lugar. Os dejo con un montaje que he hecho y que simula lo que se ve a través de la cerradura.


Y partiendo del mágico lugar, un poco de descanso en un parque cercano, y marcha hacia el popular barrio del Trastevere. Antes mencionar nuestra visita al Circo Máximo, donde antaño se hacían carreras de cuadrigras y demás categorías, y que actualmente sirve de lugar donde realizar botellón.
También pasamos por un lugar un tanto extraño a la vez que peculiar: La Boca de la Veritá. Se trata de una rueda de piedra con forma de cara, de la que se dice que si un mentiroso introduce la mano en la boca, ésta se cerrará. Yo... ni lo he probado ni necesito saber que pasará, y menos cuando hay que pagar incluso para echarse la foto.

Y por fin llegamos al Trastevere, un barrio de Roma, al otro lado del Tiber, y que se caracteriza por ser... otra Roma. Es totalmente diferente. Callecitas estrechas con encanto, fachadas cuidadas, parques rebosantes de gente, pero donde está el ambiente, eminentemente turístico, en los alrededores a la iglesia de Santa María in Trastevere. Calles llenas de terrazas donde poder descansar y degustar la típica comida italiana. Una pena que la falta de tiempo y lo caro de los platos no nos permitiera disfrutar un ratito de este singular barrio.


Partiendo del Trastevere, montamos en un autobús y tomamos rumbo a la Piazza Garibaldi, lugar el cuál una mujer italiana nos aconsejo visitar como algo obligado a los que viajaban a Roma. Como no estábamos muy ubicados en el autobus, nos pasamos un poco de parada. Suerte que el conductor se portó y nos dejo a la altura del Gianicolo, un antiguo faro desde donde poder disfrutar del mejor balcón de Roma. Bendita la señora que nos lo aconsejo. Solo nos faltaba la buena compañía de un refresco y algo que llevar a la boca, y habría sido un atardecer perfecto.

Ahora bien, lo malo estaba por llegar, y es que a la hora que pensamos en marcharnos, era de noche profunda, y los autobuses brillaban por su ausencia. Por lo que una vez más tiramos de pierna, y poco a poco, bajamos la colina hasta la plaza de San Pedro, que no es poco. Un ratito disfrutando de San Pedro de noche, y para casa. El segundo día llegó a su fin. Resultado: mucho dolor de pies, mucho sofocón del calor agobiante de Roma, pero muchas experiencias nuevas, nuevos lugares, y momentos para el recuerdo.

Y ahora, como hice para el primer día, os daré algún consejo para esta parte de la ciudad.

Consejos:
- Si visitáis el Foro Romano, coged una audioguía, pero que incluya la parte del Palatino, para poder entender todo perfectamente. Os costará 6 euros cada una. Y si vais en pareja, y disponéis de un accesorio que os permita introducir dos pares de auriculares en una audioguía, eso que os ahorráis.
- Una vez entréis al Coliseo, y contratéis un guía (4€) para que os lo enseñe, os darán la hora a la que debéis estar en el meeting point. Si tenéis mucho que esperar y los de puertas son tan amables como para dejaros salir para luego volver a entrar, id a visitar San Pietro in Vincoli ya que cae cerca del Coliseo, y así llenáis un hueco de tiempo perdido.
- Si sois amantes de las panorámicas y os encanta disfrutar de buenas vistas de Roma, una de ellas la tenéis en un parque aledaño a la Piazza de los Caballeros de Malta. Buen lugar para tomar algo de energía con vistas al río Tiber. Y si podéis ir por la mañana mejor, que si no, os dará el Sol de cara.
- En Roma hay dos lineas de metro, las cuales van a las principales atracciones turísticas de la ciudad. Sin embargo el autobús es una buena manera de llegar a los lugares donde el metro no llega. Además, los autobuses brillan por la ausencia de revisores, por lo que con un poco de cara, os podéis ahorrar unos cuantos euros.
Y ésto fue todo de nuestro segundo día. Mañana llegamos a Napoles. Espero que os sirva ;)

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miércoles, 4 de agosto de 2010

Primera Parada: ROMA

Mucho tiempo hace que ya no entraba por este rinconcito mío que tenía abandonado. Pero que mejor momento que aprovechar un rato libre y contáros mi "Giro" por la península Itálica a bordo del Interrail.

He pensado ir poco a poco, día a día, para no cansar al personal. Así que ahí mi primera entrega. Espero que os guste, y os sirva, claro.

Todo comenzó el 6 de julio, cuando desde Zaragoza, una calurosa tarde a las 19h, el viaje comenzaba para un servidor y para mi inseparable compañera de viaje. Por delante nos quedaban 15 días de nuevos lugares, momentos inolvidables, y un montón de historias que seguro, habrá que contar a los nietos cuando llegue el momento.

Ahora... vamos al meollo. A las 21h llegamos al aeropuerto de Ciampino (Roma) , después de hora y media de vuelo cortesía de Ryanair.

Alli, fuimos a lo fácil, comprar un ticket en el mismo aeropuerto, para que un autobús (Terravisión) que fletaba la misma compañía aérea nos enlazara con la estación central de Roma, Termini.
Una vez en la estación, lo primero fue encontrar nuestro hotel y dejar nuestros bártulos en él. Cogimos un de cientos de hoteles que hay alrededor de la estación.

  • Ventajas: bien comunicado con el centro, precios más que asequibles y cercanía con la estación.
  • Desventajas: la zona un poco... "peligrosa" como cualquier ciudad europea donde solo hay que llevar el mínimo de atención, y la lejanía a pie del centro de Roma.

Una vez en el hotel, como aun no era muy tarde, decidimos dar un paseo de noche por Roma. Probamos a llegar al Coliseo, cosa que conseguimos, y nos quedamos... impresionados.
La única pega que le pongo es la pobre luz que lo ilumina, pero eso ya es cuestión de gustos.
Y visitarlo por la noche... es de los mejores momentos para hacerse una foto junto al eterno monumento. No hay gente, y quedan muy bien. Eso sí, imprescindible trípode.

Una vez de vuelta al hotel, un sueñecito, coger fuerzas, y a "patear Roma".
Para el primer día decidimos primero visitar el Vaticano, lo que conlleva subir a la Cúpula de San Pedro, visitar la Catedral, dar un paseo por la plaza entre la impresionante columnata de Bernini, y visitar los museos Vaticanos.


Nos os olvidéis de admirar las más famosas joyas del Vaticano como son "La piedad" y la "Capilla Sixtina" de Miguel Angel, el baldaquino de Bernini, "La escuela de Platón" de Rafael, o el "Laocoonte y sus hijos", entre lo muchísimo que hay que ver en el Vaticano.

Una vez visitado el Vaticano, donde una visita rápida como la nuestra puede completarse en una mañana, nos dirigimos al centro de Roma, además de para dar un bocado, para ver los numerosos lugares representativos de ésta zona, como son, la Piazza Navona con sus impresionantes fuentes de Bernini y su especial ambiente de terraza, o la Fontana de Trevi, lugar mágico donde los haya en Roma, tan mágico como abarrotado de gente, pero recomendable de visitar.

Y no olvidarse del Panteón, un lugar increíble, a medio camino entre Piazza Navona y La Fontana de Trevi, que cuando uno entra en el y observa la enorme cúpula que lo cobija, se queda asombrado de como una construcción así de bella pudo ser construida hace 2000 años y seguir en tan buen estado.

Pero si algo del Panteón es especial, es el enorme agujero de 9 metros de diámetro que corona la cúpula, y que tiene que ser un espectáculo visitarlo en un día de lluvia viendo como una columna de agua se pierde en el suelo del centro del edificio.

Después de ésto, nos alejamos un poco del centro para visitar la Piazza Spagna, o Plaza España, para entendernos. Su famosa escalinata congrega a cientos de turistas que descansan sentados en la longuísima consecución de escalones, y es que Roma es muy cansada de andar debido a que Roma esta construida entre 7 colinas, es una verdadera montaña rusa visitar a pie la ciudad. De Plaza España fuimos a dar un paseo por Villa Borghese, uno de los parques más grande de la ciudad, y que alberga la Galleria Borghese, que no pudimos visitar. Desde allí bajamos a la popular, nunca mejor dicho, Piazza del Popolo, una enorme plaza rodeada de grandes esculturas y con una fuente en medio. Un buen lugar para descansar un rato. Y ya una vez descansados... ultimo aliento y al hotel a descansar.

Consejos para visitar Roma:

Madrugar un poquito y visitar la cúpula y la catedral, ya que la mayoría de gente madruga para ir a ver los museos vaticanos. Una vez hecho ésto, acudir a los museos vaticanos que se encuentran siguiendo la muralla del Vaticano. Si vais sobre las 11 o 12, no encontraréis mucha fila. Nosotros no tuvimos que hacer nada de fila, ni en la subida a la cúpula, ni en la entrada a los museos. Y si hay fila, lo mejor que podéis hacer es compraros un helado en esta heladería y esperar bien fresquitos. Los mejores helados que he probado en toda Italia, y muy bien de precio.

Existe una tarjeta para turistas, la Roma Pass y cuesta 25€. La página oficial la tenéis aquí, donde podréis ver sus ventajas. Antes de nada, os propondría que estudiarais si os sale rentable contratarla.

Otro tema es la indumentaria para entrar en las iglesias de Roma. No se pueden enseñar ni hombros, ni ombligo, ni muslos, así que arreglároslas para que no os digan nada. Una buena solución es llevar un pañuelo a mano, os será muy útil llegado el momento.

En cuanto a baños, en Roma brillan por su ausencia, y si los hay, son de pago. Así que un bueno lugar para ello son el montón de McDonalds que se reparten la Roma, además están bastante limpios. Uno famoso, y concurrido, se encuentra en frente del Panteón.

Para comer en Roma, hay multitud de lugares donde poder comer, pero si lo queréis hacer de forma rápida y típica, una buena opción es alimentarse de Pizza al Taglio, o pizza al peso. Son deliciosas y cuestan depende del tamaño de pizza que escojas. Uno que os recomiendo se encuentra en el lado izquierdo del Panteón si lo miras de frente. Simplemente delicioso.
A parte, tenéis un montón de carritos de comida y refrescos por toda la ciudad.


Si se me olvida algo que veis útil para futuros visitantes de la "ciudad eterna", os agradeceré que me lo comentéis. Me despido aquí y seguiré en mi segundo día de Roma. Hasta la próxima!!!

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