Antes era así, y hoy lo sigue siendo. Pero el circo y el siglo XXI no se llevan muy bien. La audiencia se ha pasado a espectáculos de otro tipo, como ir al cine, jugar a la consola, salir por ahí de discotecas, o acudir al gran circo del deporte. Y es que aunque un servidor lo prefiere, no dejo de darme un poco de pena el circo al que acudí hace 2 semanas.
Desde que era muy pequeño no acudía por allí. Y sentía curiosidad volver a recordar como era ese mundo mágico. Debe ser por el crecimiento, o por la falta de presupuesto, que aquel circo que visitaba todos los años la feria del Pilar, había encogido notablemente.
Pero el contenido era el de siempre. Un montón de números diferentes, unos mejor que otros, donde las personas y los animales eran los protagonistas.
Era algo impresionante los ejercicios que realizaban, y hasta los payasos hacían reír tanto a los más mayores como a los más pequeños (doy fe). Trucos de magia que a pesar de tener los ojos como platos, no eras capaz de encontrar la solución al misterio. Juegos de fuerza realmente increíbles. Trapecistas jugándose la vida viajando de trapecio en trapecio por el aire. Niños que no llegaban a los 10 años, empezando a echar una mano a su familia realizando difíciles acrobacias para una persona de esa edad. Y así un numeroso grupo de artistas capaces de hacer lo nunca visto en la vida.
Pero a pesar de ésto, no había ni la quinta parte de personas del total del aforo sentadas en las gradas. Y eso me daba un poco de lástima, porque claro, no creo que un circo sea fácil de manejar. Conlleva muchos gastos y esfuerzos como el cuidado de los animales, el trabajo de los numerosos artistas, el montaje de la carpa, y muchas cosas más. ¿Sería suficiente la taquilla del espectáculo de un fin de semana como para permanecer allí otra semana más? Pues parece que sí, porque fue prorrogado durante dos semanas más.
Pero... pensándolo bien, el mundo del circo tiene que ser realmente difícil. Y después de ser un afortunado de acudir al circo, me di cuenta que merece más la pena gastar el dinero de la entrada que gastárselo en otros "circos" sobrevalorados en los que el tiempo de "diversión" en similar en los dos casos.
Desde que era muy pequeño no acudía por allí. Y sentía curiosidad volver a recordar como era ese mundo mágico. Debe ser por el crecimiento, o por la falta de presupuesto, que aquel circo que visitaba todos los años la feria del Pilar, había encogido notablemente.
Pero el contenido era el de siempre. Un montón de números diferentes, unos mejor que otros, donde las personas y los animales eran los protagonistas.
Era algo impresionante los ejercicios que realizaban, y hasta los payasos hacían reír tanto a los más mayores como a los más pequeños (doy fe). Trucos de magia que a pesar de tener los ojos como platos, no eras capaz de encontrar la solución al misterio. Juegos de fuerza realmente increíbles. Trapecistas jugándose la vida viajando de trapecio en trapecio por el aire. Niños que no llegaban a los 10 años, empezando a echar una mano a su familia realizando difíciles acrobacias para una persona de esa edad. Y así un numeroso grupo de artistas capaces de hacer lo nunca visto en la vida.
Pero a pesar de ésto, no había ni la quinta parte de personas del total del aforo sentadas en las gradas. Y eso me daba un poco de lástima, porque claro, no creo que un circo sea fácil de manejar. Conlleva muchos gastos y esfuerzos como el cuidado de los animales, el trabajo de los numerosos artistas, el montaje de la carpa, y muchas cosas más. ¿Sería suficiente la taquilla del espectáculo de un fin de semana como para permanecer allí otra semana más? Pues parece que sí, porque fue prorrogado durante dos semanas más.
Pero... pensándolo bien, el mundo del circo tiene que ser realmente difícil. Y después de ser un afortunado de acudir al circo, me di cuenta que merece más la pena gastar el dinero de la entrada que gastárselo en otros "circos" sobrevalorados en los que el tiempo de "diversión" en similar en los dos casos.
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