Lo prometido es deuda, y como ya comenté en la entrada anterior, este puente pasado me acerque un par de días por el pequeño Principado de Andorra.
La idea de ir surgió al ver una oferta para acudir al famoso balneario de Caldea. Aunque ya que iba, me propuse sacar provecho de Andorra, no sólo de tiendas y relax, sino paisajes, historia, cultura, etc.
Y descubrí, en parte, esas cosas que buscaba. Hicimos una ruta por los Llacs dels Pessons, un gran circo repleto de pequeños lagos que hicieron las delicias de un servidor y de su cámara de fotos colgada al cuello.
Más tarde, y después de pasar por todos los pueblos de Andorra, nos dirigimos hacia el col de Ordino. Un mirador en lo más alto del valle. Algo impresionante teniendo en cuenta la profundidad de los valles andorranos. En la foto podéis ver lo bello de las vistas.
Y de ahí bajamos por el otro lado de col de Ordino, para llegar al pueblo de mismo nombre, Ordino. Un pueblito muy majico, pero, como todos los demás pueblos andorranos, destinados al turismo. Partiendo de Ordino nos dispusimos a remontar el valle para poder contemplar otros paisajes de Andorra, y aunque decidimos volver a mitad de camino, pudimos contemplar el río Valira, serpenteando entre rocas bajo algún que otro puente románico.
Lo que abundaba mucho también, eran las pequeñas iglesias románicas, que a pesar del tiempo que llevan en pie, estan todas perfectamente conservadas y muestran toda su belleza exterior. Iglesias como las de Sta Coloma, Canillo, Pal, Meritxel, etc.
También pasamos por pequeños pueblos como Llorts o La Cortinada, con urbanizaciones para temporada alta adosadas a los mismos.
Y a mitad de tarde, y con media Andorra recorrida (decir que todo esta realmente cerca), nos dirigimos hacia la capital, Andorra la Vella (en catalán Vella no es bella, sino vieja). Serían sobre las 5 de la tarde, y cuando llegamos, montones de coches buscando aparcamiento, algo que escasea por Andorra.
Después de mucho callejear y esperar encontrar algún hueco, aparcamos cerca de un parking público. No esperéis aparcar en un sitio donde no haya que pagar, porque todo está pintado con lineas azules y lleno de parkings de pago.
Del coche al hotel, y del hotel a Caldea.
Por fin, después de ir todo el día de un lado para otro, llegaba el momento de relajarse uno y disfrutar del balneario. Y madre mía, disfrutar, disfrutamos muchísimo, pero relajarnos... había tanta gente que era difícil estar en algún sitio a gusto y en silencio. Pero mereció mucho la pena, cumpliendo todas mis expectativas y dejándome con ganas de, algún día en el futuro, repetir la experiencia.
Y después de 3 horas viajando de jacuzzi en jacuzzi, de piscinas de agua caliente a piscinas de agua fría, y de saunas verdes a saunas azules, se acabo lo bueno. Ya era hora de salir de allí, y volver al hotel flotando en una nube.
Pero antes de llegar a la cama nos topamos de lleno con la fiesta popular de La Castañada. Y es que en un pequeño parque habían montado una verbena con música, además de repartir un cucurucho con castañas asadas a todo vecino que se preciara a guardar cola. Así que como buenos "andorranos" nos apuntamos a la cola y pudimos disfrutar de la fiesta popular además de unas deliciosas castañas.
Y ya... a dormir, y con el "tute" que llevábamos encima, no tardamos en conciliar el sueño.
Además, sabiendo que el día siguiente iba a ser duro... teníamos que descansar bien, nos esperaba la avenida Carlemany, más conocida por la calle de las tiendas.
Y es que... la gran mayoría de los comercios se concentran en dicha avenida. Una avenida repleta de tiendas de ropa de esquí, supermercados, licorerías, perfumerías, tiendas de electrónica, grandes almacenes de ropa de marca, y un largo etc.
Y todo más barato, de ahí que haya tanta gente en Andorra. Pero todo porque el IVA nuestro del 16%, allí es del 4%. Vamos, que rebajas del 10% en TODO, habiendo productos donde la rebaja se notaba más, como en perfumería, chocolates, electrónica...
Así que nada más, a las 7 cerraron las tiendas, y nosotros tuvimos que emprender el viaje de vuelta, 3 horas y media hasta Zaragoza.
Aprovecho para comentaros que el hablar en plural es, porque claro, estuve todo el rato en compañía de Ester, y es que un viaje sin una buena compañera, no es un buen viaje.
Además también contamos con la presencia de mis amigos Alberto y Alexia, que nos encontramos de casualidad 2 veces en 2 días. Si es que Andorra es realmente muy pequeño.
Y para acabar con mi experiencia por Andorra, resumir con deciros que ha merecido la pena, que si uno busca bien siempre encuentra lo que quiere, y que espero volver alguna día, aunque solo sea por hacer, lo que me falto por hacer, como ver la ermita de Sta Coloma, el Ojo de Ordino, la ruta del Hierro, los lagos de Tristaina, el santuario de Canolich y alguna cosa más que seguramente me dejaré por el tintero.
La idea de ir surgió al ver una oferta para acudir al famoso balneario de Caldea. Aunque ya que iba, me propuse sacar provecho de Andorra, no sólo de tiendas y relax, sino paisajes, historia, cultura, etc.
Y descubrí, en parte, esas cosas que buscaba. Hicimos una ruta por los Llacs dels Pessons, un gran circo repleto de pequeños lagos que hicieron las delicias de un servidor y de su cámara de fotos colgada al cuello.
Más tarde, y después de pasar por todos los pueblos de Andorra, nos dirigimos hacia el col de Ordino. Un mirador en lo más alto del valle. Algo impresionante teniendo en cuenta la profundidad de los valles andorranos. En la foto podéis ver lo bello de las vistas.
Y de ahí bajamos por el otro lado de col de Ordino, para llegar al pueblo de mismo nombre, Ordino. Un pueblito muy majico, pero, como todos los demás pueblos andorranos, destinados al turismo. Partiendo de Ordino nos dispusimos a remontar el valle para poder contemplar otros paisajes de Andorra, y aunque decidimos volver a mitad de camino, pudimos contemplar el río Valira, serpenteando entre rocas bajo algún que otro puente románico.
Lo que abundaba mucho también, eran las pequeñas iglesias románicas, que a pesar del tiempo que llevan en pie, estan todas perfectamente conservadas y muestran toda su belleza exterior. Iglesias como las de Sta Coloma, Canillo, Pal, Meritxel, etc.
También pasamos por pequeños pueblos como Llorts o La Cortinada, con urbanizaciones para temporada alta adosadas a los mismos.
Y a mitad de tarde, y con media Andorra recorrida (decir que todo esta realmente cerca), nos dirigimos hacia la capital, Andorra la Vella (en catalán Vella no es bella, sino vieja). Serían sobre las 5 de la tarde, y cuando llegamos, montones de coches buscando aparcamiento, algo que escasea por Andorra.
Después de mucho callejear y esperar encontrar algún hueco, aparcamos cerca de un parking público. No esperéis aparcar en un sitio donde no haya que pagar, porque todo está pintado con lineas azules y lleno de parkings de pago.
Del coche al hotel, y del hotel a Caldea.
Por fin, después de ir todo el día de un lado para otro, llegaba el momento de relajarse uno y disfrutar del balneario. Y madre mía, disfrutar, disfrutamos muchísimo, pero relajarnos... había tanta gente que era difícil estar en algún sitio a gusto y en silencio. Pero mereció mucho la pena, cumpliendo todas mis expectativas y dejándome con ganas de, algún día en el futuro, repetir la experiencia.
Y después de 3 horas viajando de jacuzzi en jacuzzi, de piscinas de agua caliente a piscinas de agua fría, y de saunas verdes a saunas azules, se acabo lo bueno. Ya era hora de salir de allí, y volver al hotel flotando en una nube.
Pero antes de llegar a la cama nos topamos de lleno con la fiesta popular de La Castañada. Y es que en un pequeño parque habían montado una verbena con música, además de repartir un cucurucho con castañas asadas a todo vecino que se preciara a guardar cola. Así que como buenos "andorranos" nos apuntamos a la cola y pudimos disfrutar de la fiesta popular además de unas deliciosas castañas.
Y ya... a dormir, y con el "tute" que llevábamos encima, no tardamos en conciliar el sueño.
Además, sabiendo que el día siguiente iba a ser duro... teníamos que descansar bien, nos esperaba la avenida Carlemany, más conocida por la calle de las tiendas.
Y es que... la gran mayoría de los comercios se concentran en dicha avenida. Una avenida repleta de tiendas de ropa de esquí, supermercados, licorerías, perfumerías, tiendas de electrónica, grandes almacenes de ropa de marca, y un largo etc.
Y todo más barato, de ahí que haya tanta gente en Andorra. Pero todo porque el IVA nuestro del 16%, allí es del 4%. Vamos, que rebajas del 10% en TODO, habiendo productos donde la rebaja se notaba más, como en perfumería, chocolates, electrónica...
Así que nada más, a las 7 cerraron las tiendas, y nosotros tuvimos que emprender el viaje de vuelta, 3 horas y media hasta Zaragoza.
Aprovecho para comentaros que el hablar en plural es, porque claro, estuve todo el rato en compañía de Ester, y es que un viaje sin una buena compañera, no es un buen viaje.
Además también contamos con la presencia de mis amigos Alberto y Alexia, que nos encontramos de casualidad 2 veces en 2 días. Si es que Andorra es realmente muy pequeño.
Y para acabar con mi experiencia por Andorra, resumir con deciros que ha merecido la pena, que si uno busca bien siempre encuentra lo que quiere, y que espero volver alguna día, aunque solo sea por hacer, lo que me falto por hacer, como ver la ermita de Sta Coloma, el Ojo de Ordino, la ruta del Hierro, los lagos de Tristaina, el santuario de Canolich y alguna cosa más que seguramente me dejaré por el tintero.
2 comentarios:
muy bonito, sí señor! (me refiero a todo menos la calle de tiendas :)
La verdad que sí. En primavera-verano tiene que ser muy bonito y hay excursiones muy majas. Que pena que esté tan lejos...
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