Esa día hicimos noche en Salerno, una ciudad la mar de normal y que es el punto de partida de las rutas por la costa que queremos hacer., a solo 30 km de Amalfi. Madrugamos, para variar, y después de perder un autobús, embarcamos en el siguiente. El hecho de perderlo nos otorgó una hora de paseo por Salerno, pero no cambió mi pensar de ciudad normal.
Nuestro destino, Amalfi, capital de la costa Amalfitana y famosa por el Limoncello. El trayecto en el autobús fue un poco caótico, y es que la carretera era de impresión. Discurría por el borde de un acantilado con multitud de curvas sinuosas. Este trayecto lo haces por la noche y seguro que más de una niña de la curva ves.
A pesar de ello, las vistas eran espectaculares. Entre que el día nos acompañó y lo pintoresco del lugar, aquello era como ir al paraíso. Fuimos haciendo escala en varios pueblecitos costeros, Atrani, Maiori, Minori, etc. Hasta que llegamos a Amalfi. Allí el autobús se vació y madre mía, turistas por doquier, montones de tiendas de recuerdos, y hoteles a pie de costa con su parcela de playa privada.
Entonces pensé que me hubiera gustado conocer Amalfi 40 o 50 años atrás. Pero bueno... directos a la playa fuimos.
Bueno playa... porque playa, no es que fuera muy extensa. Más bien, una cala, y de arena muy oscura, casi negra. Encontramos un hueco entre toalla y toalla, y al agua. Ese momento lo disfrutamos como enanos, y es que un baño en el mar... se agradece.
Mirando el reloj, decidimos abandonar el tiempo de baño y visitar todos los rincones de Amalfi. Primero nos dirigimos al espigón, y allí... unas vistas de impresión. Aquello parecía un lugar mágico. Luego más tarde nos metimos en la marabunta de turistas y ver un poco el pueblo de Amalfi. Multitud de casas encaladas en blanco, todo muy limpio, calle empedradas, tiendecillas artesanas, mercadillos, terrazas donde comer, heladerías, etc. Me recordaba un poco a un típico pueblo menorquín, pero con más gente.
La diferencia estaba en el entorno y en la maravillosa Catedral o Duomo de Amalfi construida sobre la ladera del acantilado y la que teníamos que acceder a través de una larga escalera. Nos decidimos a entrar pero... había que pagar. ¿No habíamos visto ya suficientes catedrales en Roma como para tener que pagar en ésta? Así que con pensamiento ahorrador nos dimos la vuelta y disfrutamos del pueblo. Comimos de manera rápida en un establecimiento de pizza al taglio y disfrutamos de un helado en un banco de una plaza con "Funiculi Funicula" de fondo. Después de un ratito relajado, compramos Limoncello para la familia y volvimos al autobús, vuelta para Salerno en busca de nuestro próximo destino.
Un día corto, pero necesario para relajarnos después de tanto "tute".
Y ahora.. algún consejo:
Para la siguiente, dejamos el Sur de Italia y viajamos al Norte. Un cambio considerable, en todo. Hasta la próxima.
Nuestro destino, Amalfi, capital de la costa Amalfitana y famosa por el Limoncello. El trayecto en el autobús fue un poco caótico, y es que la carretera era de impresión. Discurría por el borde de un acantilado con multitud de curvas sinuosas. Este trayecto lo haces por la noche y seguro que más de una niña de la curva ves.
A pesar de ello, las vistas eran espectaculares. Entre que el día nos acompañó y lo pintoresco del lugar, aquello era como ir al paraíso. Fuimos haciendo escala en varios pueblecitos costeros, Atrani, Maiori, Minori, etc. Hasta que llegamos a Amalfi. Allí el autobús se vació y madre mía, turistas por doquier, montones de tiendas de recuerdos, y hoteles a pie de costa con su parcela de playa privada.
Entonces pensé que me hubiera gustado conocer Amalfi 40 o 50 años atrás. Pero bueno... directos a la playa fuimos.
Bueno playa... porque playa, no es que fuera muy extensa. Más bien, una cala, y de arena muy oscura, casi negra. Encontramos un hueco entre toalla y toalla, y al agua. Ese momento lo disfrutamos como enanos, y es que un baño en el mar... se agradece.
Mirando el reloj, decidimos abandonar el tiempo de baño y visitar todos los rincones de Amalfi. Primero nos dirigimos al espigón, y allí... unas vistas de impresión. Aquello parecía un lugar mágico. Luego más tarde nos metimos en la marabunta de turistas y ver un poco el pueblo de Amalfi. Multitud de casas encaladas en blanco, todo muy limpio, calle empedradas, tiendecillas artesanas, mercadillos, terrazas donde comer, heladerías, etc. Me recordaba un poco a un típico pueblo menorquín, pero con más gente.
La diferencia estaba en el entorno y en la maravillosa Catedral o Duomo de Amalfi construida sobre la ladera del acantilado y la que teníamos que acceder a través de una larga escalera. Nos decidimos a entrar pero... había que pagar. ¿No habíamos visto ya suficientes catedrales en Roma como para tener que pagar en ésta? Así que con pensamiento ahorrador nos dimos la vuelta y disfrutamos del pueblo. Comimos de manera rápida en un establecimiento de pizza al taglio y disfrutamos de un helado en un banco de una plaza con "Funiculi Funicula" de fondo. Después de un ratito relajado, compramos Limoncello para la familia y volvimos al autobús, vuelta para Salerno en busca de nuestro próximo destino.
Un día corto, pero necesario para relajarnos después de tanto "tute".
Y ahora.. algún consejo:
- Si disponéis de algún día más os aconsejo visitar también Ravello y Positano, como ejemplo de los lugares más bonitos de la costa Amalfitana, como también la isla de Capri. Sorrento lo tachan de eminentemente turístico, pero no me importaría visitarlo también.
- Si vais en coche, mucha precaución, por lo peligroso de la carretera y el conducir de los italianos. Si preferís ir en autobús, existe la compañía SITA bus, con la cual os podréis mover por toda la costa. Los tickets a comprar son éstos.
- Cuidado con los bolsos, mochilas, etc, sobre todo si vas a la playa. Donde hay turistas hay carteristas, así que un poco de precaución.
- Para coger los autobuses de vuelta preguntad con insistencia, porque las paradas de autobús son un poco caos. Hay gente de información cerca de las mismas.
- Si queréis más información de Amalfi y su costa, no os perdáis la siguiente entrada.
Para la siguiente, dejamos el Sur de Italia y viajamos al Norte. Un cambio considerable, en todo. Hasta la próxima.
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