Un nuevo día en nuestro Interrail, madrugando para no variar, y recogiendo todo para retomar nuestro camino. Desayuno rápido, últimas dudas a nuestra recepcionista del hostal y en marcha. Nuestro destino, las ruinas arqueológicas de Pompei.
Con los bultos en la espalda llegamos a la estación, y sorteando los últimos "vendedores" ambulantes, nos montamos en el tren. Un tren especial, el llamado Circumvesubiano y de cuyo nombre se puede obviar el trayecto del mismo.
Después de media hora larga de viaje, y de soportar los griteríos de unos jovenzanos durante el viaje, llegamos a Pompei - Scavi - Villa Misteri. Y siguiendo el dicho de Vicente va donde va la gente, encontramos la entrada de las ruinas de Pompeya.
Con las entradas y una audioguía en mano, accedemos al interior. Ya a primera vista, aquello era diferente de cualquier ruina romana, todo era a lo grande, y el grado de conservación era increíble. Pero todavía no eramos conscientes de los que nos esperaba en cada rincón de la ciudad.
Nuestra visita comenzó en el foro de la ciudad, donde se aglutinaban la mayoría de edificios públicos y religiosos de la ciudad. Una inmensa plaza con el imponente Vesubio de fondo. Una vez aquí, le damos ON a la audioguía y a empezar a conocer la historia de Pompeya. Como no recuerdo todo lo que decía, os enlazo con la omnipresente Wikipedia para conocer lo que aconteció en este pequeño lugar de la Campania italiana.
Una vez acabamos con la visita de todo el foro, proseguimos la visita y ya nos metemos en lo que es la ciudad, es decir, las casas, los establecimientos, restaurantes, etc. Y todo ésto es lo que más me llamó la atención. En mi vida he visto muchas ruinas romanas, construcciones que han aguantado el devenir de los años, pero casas y palacios de la gente nunca aguantaron. Y ahora tenía la oportunidad de vivir aquello, una verdadera ciudad romana.
Todas las calles perfectamente pavimentadas, hasta con paso de cebra para cuando llovía. Todas las casas se disponían a lo largo de las calles, en perfecto orden, y donde se podía intuir cada una de las habitaciones. Eso si, cada una acorde al patrimonio del dueño.
Había casas chiquititas, con poco más de 2 habitaciones, pero también las había gigantescas como palacios, exageradamente grandes, con su patio de entrada, su fuente, su cocina, jardín, habitaciones del servicio, de invitados. Algo sorprendente.
Pero lo que más me llamó la atención fueron las pinturas. Y es que gracias a que quedó sepultada, se pueden admirar las pinturas, los colores con los que decoraban casas, auténticas obras de arte de 2000 años de antigüedad. Incluso por las calles existían "graffitis" e inscripciones varias.
También nos llamo la atención la cantidad de lugares públicos, tales como tiendas de comida rápida, donde existían vasijas con diferente alimentos, como aceitunas, vino, etc. También había multitud de panaderías, con sus molinos de harina y su horno para hacer el pan. Y como no... los prostíbulos abundaban por doquier.
Es más, el edificio con mayor fila a la entrada era uno de los prostíbulos de la ciudad, llamado Lupanae. Era un edificio estrecho, de dos plantas, con varias habitaciones con lechos de piedra y aseos para las mujeres y sus clientes. Pero claro... uno puede pensar, ¿cómo saben los arqueólogos que dicho edificio era un prostíbulo?
Pues muy fácil, y es que al igual que se conservaban pinturas por toda Pompeya, en cada habitación había representaciones de posturas sexuales, pienso que para inspirar a los clientes del lugar. Algo muy curioso.
Pero de los lugares más famosos de Pompeya, dos de ellos, La Casa del Fauno y La Villa del Misterio se llevan la palma.
El primero de los lugares era un palacio enorme, en cuya entrada nos da la bienvenida un pequeño fauno, de ahí su nombre, y donde se encontraron multitud de pinturas y mosaicos. El que veis en la foto es una parte del Mosaico de Issos, una representación de una batalla formada por alrededor de un millón de teselas. Una obra que tuvo que ser realmente laboriosa.
Y el segundo de los lugares es un villa en las afueras de Pompeya, muy cerca. Su dueño no se sabe quién es, pero la casa es... para perderse (literalmente). Este lugar es famoso por la conservación de todo el interior, ya que quedo completamente sepultada desde el techo, y que alberga, además de multitud de mosaicos en diferentes habitaciones, una habitación que en sí se puede definir como una obra de arte. No saben la autoría del pintor y de ahí que daran el nombre de Villa del Misterio.
Siguiendo la visita, pudimos distinguir otros muchos lugares, típicos de una verdadera ciudad romana, como son: su larga muralla de defensa, la necrópolis, dos teatros (comedia y drama), un anfiteatro, el gimnasio de los gladiadores, etc. Puedes ver cosas hasta aburrir.
Y es que visitar Pompeya es una oportunidad única de estar en una ciudad romana, con todo, aunque triste por no albergar un alma, pero ahí ya nuestra imaginación puede jugar un papel importante.
La visita creo que fue de 10h a 17h. Siete horas para ver toda Pompeya es una paliza, así que recomiendo que si se dispone de tiempo, háganlo pausadamente. Pero que sepan que en un día se puede.
Ya una vez fuera, directos a la estación para tomar nuestro tren a Salerno, y disfrutar de la final del mundial.
Y para acabar, como siempre, algunos consejos:
Con los bultos en la espalda llegamos a la estación, y sorteando los últimos "vendedores" ambulantes, nos montamos en el tren. Un tren especial, el llamado Circumvesubiano y de cuyo nombre se puede obviar el trayecto del mismo.
Después de media hora larga de viaje, y de soportar los griteríos de unos jovenzanos durante el viaje, llegamos a Pompei - Scavi - Villa Misteri. Y siguiendo el dicho de Vicente va donde va la gente, encontramos la entrada de las ruinas de Pompeya.
Con las entradas y una audioguía en mano, accedemos al interior. Ya a primera vista, aquello era diferente de cualquier ruina romana, todo era a lo grande, y el grado de conservación era increíble. Pero todavía no eramos conscientes de los que nos esperaba en cada rincón de la ciudad.
Nuestra visita comenzó en el foro de la ciudad, donde se aglutinaban la mayoría de edificios públicos y religiosos de la ciudad. Una inmensa plaza con el imponente Vesubio de fondo. Una vez aquí, le damos ON a la audioguía y a empezar a conocer la historia de Pompeya. Como no recuerdo todo lo que decía, os enlazo con la omnipresente Wikipedia para conocer lo que aconteció en este pequeño lugar de la Campania italiana.
Una vez acabamos con la visita de todo el foro, proseguimos la visita y ya nos metemos en lo que es la ciudad, es decir, las casas, los establecimientos, restaurantes, etc. Y todo ésto es lo que más me llamó la atención. En mi vida he visto muchas ruinas romanas, construcciones que han aguantado el devenir de los años, pero casas y palacios de la gente nunca aguantaron. Y ahora tenía la oportunidad de vivir aquello, una verdadera ciudad romana.
Todas las calles perfectamente pavimentadas, hasta con paso de cebra para cuando llovía. Todas las casas se disponían a lo largo de las calles, en perfecto orden, y donde se podía intuir cada una de las habitaciones. Eso si, cada una acorde al patrimonio del dueño.
Había casas chiquititas, con poco más de 2 habitaciones, pero también las había gigantescas como palacios, exageradamente grandes, con su patio de entrada, su fuente, su cocina, jardín, habitaciones del servicio, de invitados. Algo sorprendente.
Pero lo que más me llamó la atención fueron las pinturas. Y es que gracias a que quedó sepultada, se pueden admirar las pinturas, los colores con los que decoraban casas, auténticas obras de arte de 2000 años de antigüedad. Incluso por las calles existían "graffitis" e inscripciones varias.
También nos llamo la atención la cantidad de lugares públicos, tales como tiendas de comida rápida, donde existían vasijas con diferente alimentos, como aceitunas, vino, etc. También había multitud de panaderías, con sus molinos de harina y su horno para hacer el pan. Y como no... los prostíbulos abundaban por doquier.
Es más, el edificio con mayor fila a la entrada era uno de los prostíbulos de la ciudad, llamado Lupanae. Era un edificio estrecho, de dos plantas, con varias habitaciones con lechos de piedra y aseos para las mujeres y sus clientes. Pero claro... uno puede pensar, ¿cómo saben los arqueólogos que dicho edificio era un prostíbulo?
Pues muy fácil, y es que al igual que se conservaban pinturas por toda Pompeya, en cada habitación había representaciones de posturas sexuales, pienso que para inspirar a los clientes del lugar. Algo muy curioso.
Pero de los lugares más famosos de Pompeya, dos de ellos, La Casa del Fauno y La Villa del Misterio se llevan la palma.
El primero de los lugares era un palacio enorme, en cuya entrada nos da la bienvenida un pequeño fauno, de ahí su nombre, y donde se encontraron multitud de pinturas y mosaicos. El que veis en la foto es una parte del Mosaico de Issos, una representación de una batalla formada por alrededor de un millón de teselas. Una obra que tuvo que ser realmente laboriosa.
Y el segundo de los lugares es un villa en las afueras de Pompeya, muy cerca. Su dueño no se sabe quién es, pero la casa es... para perderse (literalmente). Este lugar es famoso por la conservación de todo el interior, ya que quedo completamente sepultada desde el techo, y que alberga, además de multitud de mosaicos en diferentes habitaciones, una habitación que en sí se puede definir como una obra de arte. No saben la autoría del pintor y de ahí que daran el nombre de Villa del Misterio.
Siguiendo la visita, pudimos distinguir otros muchos lugares, típicos de una verdadera ciudad romana, como son: su larga muralla de defensa, la necrópolis, dos teatros (comedia y drama), un anfiteatro, el gimnasio de los gladiadores, etc. Puedes ver cosas hasta aburrir.
Y es que visitar Pompeya es una oportunidad única de estar en una ciudad romana, con todo, aunque triste por no albergar un alma, pero ahí ya nuestra imaginación puede jugar un papel importante.
La visita creo que fue de 10h a 17h. Siete horas para ver toda Pompeya es una paliza, así que recomiendo que si se dispone de tiempo, háganlo pausadamente. Pero que sepan que en un día se puede.
Ya una vez fuera, directos a la estación para tomar nuestro tren a Salerno, y disfrutar de la final del mundial.
Y para acabar, como siempre, algunos consejos:
- Si os hospedáis en Nápoles y queréis visitar Pompeya, acercaros a un estanco y comprar un billete llamado Unico Campania Fascia 3.Y con ésto abandonamos Pompeya, lugar obligado para los amantes de lo romano, para dirigirnos a Salerno y la costa Amalfitana.
Os permitirá coger un autobús a la estación de Nápoles y una vez allí, coger el Circumvesubiana dirección Sorrento, para luego bajaros en Pompei-Scavi Villa Misteri. El precio del billete son 2,4€.
Y.. no recomiendo colaros porque nos revisaron 4 veces el billete del hostal a la estación.
- Al igual que en Roma, en Pompei cogeros un único audoguía para los dos y usad un dispositivo para conectar dos auriculares en uno como éste. Ah y no olvidéis los auriculares!!!
- Hay multitud de fuentes en Pompeya, pero no está de más que llevéis una botella, ya que no hay muchos lugares de sombra donde cobijarse.
- Las ruinas de Pompeya disponen de consigna, además es gratuita y se encuentra en la entrada del complejo.
- Si disponéis de más días, visitad el museo arqueológico de Napoles, ya que el 90% de piezas encontradas en Pompeya se encuentran allí. El audioguía os lo recordará, no os preocupéis.
- Si no tenéis mucho tiempo, os recomiendo visitar Herculano, es como Pompeya, es más pequeño y se encuentra más cerca de Nápoles. No he tenido la suerte de verlo con mis ojos pero espero volver algún día.
- El precio de la entrada completa es de 11€ para adultos y 5,5€ la reducida (audioguía no incluido). Aunque existen más modalidades de entrada. Con la entrada os darán un buen mapa para no perderos en Pompeya.
- Antes de irme alejarme del Vesubio, hay excursiones al famoso volcán que merecen la pena.
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Parada anterior: Napoles
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